Desde bien pequeños, somos conscientes de que existimos. Se nos cuenta que nuestra existencia depende del consumo de alimentos y recursos que obtenemos de la naturaleza. Las tres grandes religiones monoteístas, comparten un origen del Mundo muy parecido. Cuya conclusión es que el Mundo fue hecho para que el hombre dispusiera de él (Génesis1:Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.)
Esto, pese a que la religión no tenga el poder político de antaño, tiene un gran peso en nuestra sociedad, tras miles de años de cultura monoteísta y antropocéntrica. Esto sumado a los grandes avances científicos y tecnológicos nos ha aportado una gran seguridad. El agua sigue saliendo del grifo, los medicamentos siguen en las estanterías y seguimos comiendo varias veces cada día. Las necesidades básicas siguen cubiertas. La mayor parte de los anhelos y desesperaciones de mucha gente que me he cruzado, basan por comprar más ropa, un vehículo, y viajar a lugares bonitos para poder mostrarlos en Instagram y disfrutar del tiempo de ocio. Los problemas del 3r Mundo quedan demasiado lejos. Si comentas en una cena familiar que un determinado producto lleva aceite de palma o va envuelto en plástico de un solo uso, la respuesta de "y yo que quieres que haga" o "si fuéramos así con todo, no podríamos hacer nada". La culpa siempre es de los demás, de los políticos, de los fabricantes etc. Esta actitud, que no es más que abusiva ante nuestro entorno, tiene su origen en nuestra educación temprana. Al igual que en la violencia machista, el acoso escolar y laboral. El abuso se produce, por un defecto de empatía y una falta de educación, que llevan a que cuando uno puede físicamente ejercerlo, ello le basta para autoconvencerse de que puede. Desde España, se exporta carne a países tan lejanos como China y se importa también carne desde Argentina con todo el impacto medioambiental que ello conlleva. Porque esta religión subyacente llamada "mercado" dictamina que es económicamente rentable, y hay alguien que puede hacerlo. Ni más, ni menos. Todo esto, que nos hace pensar que como especie, somos una maravilla irrepetible (todas en realidad, lo somos) en parte nos hace extremadamente débiles. Si un día el agua dejara de salir del grifo, no sabríamos ni por donde empezar a buscarla. Los anuncios de agua embotellada, se jactan siempre extraerla de espacios naturales protegidos, o incluso de icebergs. Somos tan idiotas que nos jactamos de ello, cuando lo que en realidad significa es que desconfiamos del agua que hay en nuestro entorno próximo porque sabemos que la hemos contaminado. No nos fiamos ni del agua que cae del cielo mientras celebramos que somos el animal más inteligente del Mundo.
El génesis no advertía en ningún momento de que además de nuestra incompetencia, la humanidad se enfrentaría a otros irreverentes frente a la palabra de Dios:
Los grandes depredadores, ausentes o en bajísimas densidades en las llamadas primeras potencias, aportaban en el pasado la misma inestabilidad y temor que provoca hoy en día el coronavirus. Cocodrilos, tiburones, grandes felinos, osos y alguna que otra serpiente constrictora se han dado históricamente pequeños festines con nosotros. A finales del s.XIX dos leones paralizaron por completo las obras de un ferrocarril en Este de África, a base de comerse a los peones y esclavos que trabajaban en el. Hoy en día, para los que viven en zonas rurales de Asia, Sudamérica o África, el miedo a morir a causa de un gran vertebrado, es un temor todavía presente. Donde viven grandes depredadores, salir de noche o bañarse en determinados sitios, puede significar no volver. En Australia, un país económicamente desarrollado, se realizan matanzas selectivas de tiburones por suponer "un peligro para la seguridad pública". Sin ser estrictamente necesario para las personas bañarse en el mar o practicar surf, volvemos a la situación anterior, nos bañamos porque queremos y podemos, no por necesidad. Y con esa misma falta de razones y necesidad, matamos al tiburón. Esta herencia cultural que nos lleva a creernos superiores a todo, parece hacerse añicos con la sola mutación de un microorganismo. Esta epidemia, que en el antiguo testamento se explicaría con la ira de Dios sobre pecadores e infieles, nos muestra en parte lo débiles que somos. Tal vez, sea hora de recapacitar sobre cual es "nuestro lugar" en la Tierra. Recordemos que solo somos un primate más y que nuestro paso por el planeta puede ser tan efímero como el de cualquier otra especie.
Jaume Martín Gómez
Una entrada realmente buena. Para la reflexión.
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