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Entrevista a Javier Talegón


Esta semana entrevisto a Javier Talegón, Biólogo y naturalista especializado en el lobo ibérico. Ha trabajado codo con codo con ganaderos afectados por ataques de lobos y perros, así como en proyectos sobre las poblaciones de lobos y sus corredores ecológicos tanto en España como en Portugal. Recientemente ha participado en LVPVS MORBOS SANABAT, trabajo en el que se analiza la etnozoología de esta especie, trabajo que le ha llevado entrevistarse con 300 personas que han convivido con el cánido salvaje.



Siempre me gusta empezar las entrevistas por la infancia, ¿cuál es tu primer recuerdo frente un libro de naturaleza, en la televisión o en el campo?

Destacaría la colección “Fauna” de Rodríguez de la Fuente que puntualmente, se entregaba en fascículos semanales en los kioscos. También resaltaría las primeras guías de identificación de la naturaleza de la Editorial Blume o la guía “Peterson” de las aves de Europa. En el campo, sin ninguna duda, me fragüé como naturalista en las riberas del Duero y las barranqueras que acompañan a este tramo fluvial a su paso por Toro. Allí, en 1988, comencé a llenar páginas en mis cuadernos de campo con mis primeras oropéndolas, águilas calzadas, cormoranes grandes, martinetes y nutrias.

¿Sin duda eres de los que mejor conoce el lobo ibérico en su medio, recuerdas tu primer contacto con esta emblemática especie?

Creo que para cualquier naturalista, el primer encuentro con un lobo es algo imborrable. Lo recuerdo perfectamente. Fue en octubre de 1995 y en un monte cercano a mi pueblo (Toro). Me encontraba en la parte baja de un camino recto, estrecho y ligeramente ascendente que atravesaba un encinar-pinar con jaras. Al atardecer y a media distancia, un lobo cruzó la senda de derecha a izquierda y por la parte alta. Se desplazaba al trote y su capa era marrón clara. No fueron más de 10 o 15 segundos pero fue un antes y un después. Los comienzos fueron difíciles y esos primeros lobos eran realmente complicados de observar.


Es imposible hablar de lobos ibéricos sin hablar de Félix ni de Ramón Grande del Brío, ¿Cómo te han influenciado sus trabajos?

A Félix le tengo que agradecer el impacto que me generó “El Hombre y la Tierra”. Los capítulos dedicados al lobo me fascinaron; pero la carrera del pastor con los brazos en alto corriendo ladera abajo y gritando ¡El looobo! ¡El looobo! resultó algo casi adictivo que visibilicé decenas y decenas de veces. Su labor fue un punto de inflexión en lo referente a la divulgación de esta especie y también, promoviendo que la legislación española sacara al lobo del listado de alimañas.
Ramón Grande del Brío fue un pionero en el estudio de campo de esta especie y de hecho, fue el que puso a La Culebra “en el mapa”; gracias a la lectura de sus libros me animé a visitar estas montañas y valles a principios de los años 90. Con Ramón tengo buena amistad y de vez en cuando hablamos por teléfono (charlar con él resulta imprescindible para entender la situación de los lobos en los años 70). De sus textos, me encantaron además los dibujos sobre el lobo elaborados por Mauricio Antón, al que luego conocí cuando participó en una de mis actividades de conocimiento de la especie. Conservo como oro en paño el dibujo de una cabeza de lobo que me hizo en un periquete ese fin de semana.
Aparte de estos dos autores españoles, no debemos olvidarnos de Valverde y de su libro “Los lobos de Morla”; en esencia, una joya de la literatura con un volumen infinito de información y además, una fuente de inspiración.

¿Qué ha impulsado el lanzamiento de “LVPVS MORBOS SANABAT?
¿Cuántos años de trabajo hay detrás de esta obra?

El trabajo que finalmente se ha materializado en este libro viene de largo, pero ha sido liderado desde su origen por dos de los autores, los biólogos José Antonio González y José Ramón Vallejo, que llevaban mucho tiempo buceando en la bibliografía y en los tratados antiguos para investigar sobre diferentes aspectos relacionados con los usos del lobo. Son los incuestionables artífices y líderes de este proyecto y de hecho, ya habían publicado varios artículos sobre esta temática previamente. Estos autores me invitaron a participar en el libro porque conocían mi interés por todos los temas relacionados con la cultura tradicional asociada al lobo. De hecho, en LVPVS MORBOS SANABAT he aportado numerosos datos referentes a los usos veterinarios y medicinales basados en el lobo y recogidos entre 2011 y 2020 en el noroeste de Zamora, un territorio donde he entrevistado más de 300 personas mayores para conocer la dimensión cultural que ha generado esta especie. También he aportado algunos dibujos y fotografías al libro.

Cada año aparecen varias publicaciones sobre el lobo ibérico ¿Qué ofrece esta obra en diferencia a todas las demás que se han publicado sobre el lobo ibérico?

Es una nueva contribución al conocimiento de nuestros lobos y además, visibiliza otro de los valores asociados a este carnívoro: su importancia en la etnozoología de la península Ibérica. En el plano de la literatura es un compendio de información que estaba dispersa en numerosas fuentes originales, libros, artículos científicos o en la memoria viva de los habitantes del noroccidente zamorano o también, del norte de Portugal (una de las áreas de trabajo del cuarto de los autores, el biólogo portugués Francisco Álvares). El cuidado diseño de LVPVS MORBOS SANABAT es otra característica que les está gustando a los lectores.




¿Cuáles han sido los principales inconvenientes que has encontrado durante este trabajo?

En mi caso, no ha supuesto ningún obstáculo. Lógicamente las revisiones y el trabajo previo de recopilación de información es largo e implica tiempo, pero también ha sido muy enriquecedor, al menos para mí y en lo que respecta al noroeste zamorano. Además, con los otros coautores la coordinación y el reparto de funciones han resultado muy llevaderos.

Es realmente compleja el aura que rodea el lobo, que históricamente ha sido muy sensacionalista. Conoces al lobo muy bien y también a la gente que convive con él y así como a las personas que intentan observarlo en su tiempo de ocio. Es evidente que no se ve igual en la ciudad que en el campo. ¿Qué hay de cultural y que hay de científico en nuestra percepción del lobo?

Espero no confundirme, pero creo que la percepción que cada uno tiene de nuestros lobos está influenciada por varios factores. Quizá el interés innato por los animales con el que algunos nacemos y el acceso a literatura, las experiencias personales o el goteo de mensajes positivos o negativos  (estos últimos muchas veces lanzados por la prensa provincial) pueden ser claves. Influyen también el nivel formativo, la ocupación, el lugar de residencia e incluso el sexo de cada uno. En Cantabria, se demostró que las mujeres urbanas, jóvenes y con estudios universitarios tenían la mejor percepción respecto al lobo; mientras, en el mismo territorio, la opinión más opuesta era la de hombres, sin estudios superiores, ganaderos de extensivo y que además, eran residentes en el medio rural.

Esta situación deja entrever varias cosas. Con frecuencia lo comento en broma aunque sea en verdad, necesario: los padres deben leer a sus hijos la versión del lobo de el cuento de Caperucita Roja. Por otro lado, todos los que estamos implicados en esta especie debemos seguir dejando mensajes a la sociedad sobre su importancia. Y una cuestión muy importante que también repito en mis cursos: todos podemos contribuir de algún modo a mejorar la imagen del lobo (nada de pensar que “ya lo harán otros”).



Recientes estudios con leopardos, demuestran que la gestión cinegética limita su capacidad de dispersión. ¿Qué crees que puede limitar que el lobo no llegue a determinados sitios o le cueste tanto llegar?

No solo lo creo, estoy totalmente convencido y de hecho, es un tema que ya se ha abordado en varios trabajos científicos. Es cierto que los corredores u otros factores de índole “cultural” pueden influir en la dispersión y colonización de una u otra zona. Pero parece irrefutable que la caza, el furtivismo (otra forma de caza) o los controles que sufre esta especie están muy relacionados con una situación que no deja de ser evidente: hablando de manadas, la población española es actualmente, muy similar numéricamente a la de finales de los años 80. No existen argumentos para pensar lo contrario. No debemos echar las campanas al vuelo con la punta de lanza que ha recolonizado algunas zonas de Madrid, Segovia o Ávila. La balanza se equilibra si tenemos en cuenta que este depredador, ha desaparecido en Sierra Morena, en Gata o en la Sierra de San Pedro, no avanza ni en Soria, ni en Salamanca, ni en Álava o que, en una década se ha reducido a la mitad el número de grupos -y quizá el tamaño de los mismos- en Burgos y Valladolid.

Las “ventajas” de cazar a este cánido solo derivan en un supuesto rédito electoralista. Muchos cupos de caza se establecen incluso en zonas donde los lobos no generan ningún tipo de conflictividad. En zonas ganaderas matar lobos no deja de ser una medida incongruente -no garantiza que se reduzcan los daños- y además, es cada día más rechazada por gran parte de la sociedad. Asimismo, la caza elimina a tiros genes necesarios para adaptarse en mundo cambiante, rompe con el intercambio de información y aprendizaje entre los animales de la manada, frena la capacidad de reclutamiento de ejemplares a la población y lógicamente, limita y ralentiza el número de dispersiones y quizá también, su longitud (es lo que parece que ha ocurrido en el centro de Castilla y León). Los modelos de gestión son mejorables y deben cumplir con las directrices de la legislación europea, según la cual, el lobo es una especie protegida; además, deben primar aspectos relativos a la ecología, a la genética, a la organización social o a la conservación de estos animales.



Algunos dicen que la mejor forma de protegerlo es que no sepa que está, pero por otro lado el turismo puede generar ingresos.

Creo que es un error basar la defensa a ultranza de determinadas actividades de acuerdo a su impacto económico (algo muy recurrente con la caza, por ejemplo); pero es cierto, por otro lado, que en zonas como el noroeste zamorano el lobo vivo es un recurso muy importante para el desarrollo rural y eso hay que visibilizarlo para que los políticos y los gestores tomen nota: el lobo en el monte genera más euros que disecado.

De todos modos, de ese desarrollo rural basado en esa especie, se derivan otras ventajas para el lobo. De hecho, hace unos años comprobamos que para los habitantes de Villardeciervos -donde existe un constante flujo de naturalistas que duermen y comen y que intentan observar lobos durante todo el año-, la percepción de esta cánido es mejor que en Tábara, una localidad cercana y muy similar en términos socioeconómico, pero que no acoge este tipo de actividades.

La importancia de esta actividad (prefiero no hablar de “turismo” por sus connotaciones negativas y hablar de “turismo de conservación”) es que puede mejorar la percepción de esta especie entre los participantes. Empaparse de conocimiento real es una herramienta enorme para corregir la percepción o aumentar la implicación con este carnívoro. Si además, consigues que la gente se “enamore” más de este bicho, conseguimos un avance. De hecho, este es uno de mis principales objetivos desde que, en 2013, fundé Llobu Ecoturismo y Medio Ambiente (www.llobu.es). No obstante, aunque el fin sea necesario, no lo justifica cualquier medio y de hecho, cualquier actividad se debe plantear con un exhaustivo código que anteponga el bienestar de los lobos a su observación (el de Llobu es este: https://www.llobu.es/codigo-etico/)



Normalmente salen al año muchas publicaciones sobre el lobo ibérico y además nos llegan varias de lobos norteamericanos. Sobre todo de USA y Canadá. Sin embargo otras subespecies de lobos como el lobo indio, árabe, tibetano o incluso el mejicano, son bastante desconocidos por el gran público. ¿Has podido ver o estudiar lobos en otras partes del Mundo? De no ser así ¿cuál te gustaría más estudiar?

Hace un par de semanas leí un artículo sobre los aspectos reproductores de los lobos en las montañas de Nepal. Me pareció increíble realizar un seguimiento de esta especie a 5000 msnm. Debe ser durísimo. Mi actividad profesional se ha centrado en el noroeste de España, aunque he visitado otras zonas con lobos como Abruzzos, Bialowieza o Tras Os Montes (donde participé en uno de los censos del lobo en Portugal). También he participado en varias expediciones para muestrear cánidos y otros carnívoros en el norte de Marruecos.





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