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Entrevista a José Ramon Castelló

 

El entrevistado de esta semana ocupa ya un lugar de honor en muchas estanterías. Cirujano plástico de profesión y naturalista de vocación infatigable, sus guías son toda una revolución. Por suerte, la próxima Felids and hyenas of the World verá la luz el próximo 22 de Septiembre.

 

¿Cuándo y cómo empieza tu pasión por la Naturaleza? 

Creo que todos los niños nacen con una admiración y una curiosidad innata por la Naturaleza. Es solo que algunos de esos niños pierden esa pasión a medida que se convierten en adultos. Yo probablemente nunca la perdí. Los mejores recuerdos que tengo del colegio son precisamente las clases de Ciencias Naturales (que así se llamaba la asignatura por aquel entonces). Recuerdo las colecciones de minerales que traía el profesor, las clases de disección de animales en el laboratorio (imposible con los estándares éticos actuales), las prácticas con el microscopio, la recolección de insectos en el campo (hoy en día es mejor fotografiarlos), las numerosas visitas al Museo de Ciencias Naturales de Madrid, etc. Por lo que he visto con mis hijos, la enseñanza de las Ciencias Naturales poco tiene que ver ya con la de aquellos tiempos (¡hasta en el nombre, Conocimiento del Medio!). Nunca dejaré de insistir en lo importante que es la educación en temas de Naturaleza a edades tempranas; gran parte de los problemas de conservación que sufrimos (y que sufriremos en años venideros), son consecuencia de una sociedad absolutamente analfabeta en temas medioambientale. Después vino una época de prismáticos, de excursiones por el campo, mi primer microscopio, los alfileres entomológicos y la guía Omega de insectos de Michael Chinerry (sigo siendo un gran aficionado a la entomología), las guías Omega de aves (Peterson, 1973), Adena, las sesiones de anillamiento, los documentales y los cuadernos de campo de Félix, la guía del naturalista de Gerald Durrell, las fichas de animales de Sarpe... Paradójicamente, fue mi profesor de Ciencias Naturales el que finalmente me convenció para estudiar Medicina, y no Biología. Sin embargo, aunque nunca dejé de lado las Ciencias Naturales, ha sido en estos últimos 10-15 años, con una carrera en Medicina más consolidada y algo más de presupuesto, cuando he podido empezar a dedicar algo de tiempo a realizar viajes de naturaleza, y a hacer fotografía de naturaleza. Y han sido precisamente estos años de viajes, los que me han permitido conocer de primera mano la extraordinaria biodiversidad, pero también vivir la extraordinaria fragilidad de muchos ecosistemas y ver lo amenazados que están. Hago mía la frase “lo que no se conoce no se puede defender” y por eso creo que, además del indispensable trabajo de campo que realizan los biólogos, es importante también el trabajo de divulgación. Compaginar cirugía, viajes de naturaleza y escribir libros no siempre es fácil, pero se intenta.

 


 

 

Junto con Rodríguez de la Fuente y Josep del Hoyo, eres de los naturalistas de este país que son médicos, pero además compaginas estos ámbitos. ¿Qué tiene la medicina que ofrece tan buenos naturalistas?

 

Desde el XVIII hay una larga tradición de médicos naturalistas, con interés por la botánica, la ornitología, la entomología o la zoología en general. Y hay muchos ejemplos españoles, Celestino Mutis, coetáneo de Linneo y Humboldt, médico y botánico y director de la Real Expedición a Nueva Granada, que reunió a los mejores naturalistas, zoólogos, astrónomos y pintores de la época, Martín Sessé, médico expedicionario, autor de Flora Mexicana, Mariano Lagasca, médico y director del Jardín Botánico en tiempos de Bonaparte, Mariano de la Paz Graells, médico entomólogo, que describió, entro otras, a la mariposa isabelina, o Santiago Ramón y Cajal, por mencionar solo algunos muy conocidos. Y por supuesto, ejemplos más recientes como Félix Rodríguez de la Fuente, Josep del Hoyo, o el joven ornitólogo Daniel López Velasco.

La Medicina y la Biología siempre han ido de la mano; utilizamos el mismo método científico, compartimos el mismo interés por descubrir y describir lo inexplorado, por investigar, por divulgar, por dar a conocer…  Los intereses que nos llevan a muchos a estudiar Medicina son probablemente muy parecidos a los que llevan a otros a estudiar Biología. En palabras del propio Félix Rodríguez de la Fuente: “La medicina me atrajo enseguida, porque era una carrera estrictamente biológica y antropológica. Podía estudiar los misterios de la naturaleza condensados en el cuerpo humano”.

Además la Medicina nos da una visión humanística que probablemente nos predispone a valorar más la naturaleza y la conservación de la vida en su sentido más amplio que en otras profesiones. Por otro lado, muchos médicos, que convivimos a diario con la enfermedad o tratamos pacientes graves (en mi caso, operar a pacientes con cáncer), encontramos en la naturaleza, y en particular en su belleza y armonía, una manera de desconectar del día a día

Félix entendió la ecología a través de la medicina, comparando en que si un órgano falla, el resto del cuerpo lo hará. ¿Te influyó su forma de pensar?

 

Creo que a todos los naturalistas nos influyó Félix, de una manera u otra. Es el precursor del conservacionismo moderno en nuestro país y un pionero en la filmación de vida salvaje. Sin ninguna duda fue una de las personalidades más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, marcando con su trabajo a varias generaciones de españoles, sean naturalistas o no. Cuando yo era joven, fue su faceta divulgadora, en particular con sus Cuadernos de Campo y su Enciclopedia Fauna, lo que más me cautivó y lo que se convirtió en mi introducción al mundo de la naturaleza. Conceptos como ecología, conservación, o la problemática asociada a la pérdida de ecosistemas, destrucción de hábitats, o extinción de especies, son conceptos que uno va aprendiendo más tarde. La analogía entre ecología y el funcionamiento del cuerpo humano es una de los muchos conceptos que Félix tomó del mundo de la Medicina para explicar la necesidad de mantener el equilibrio en los ecosistemas.

 

Tu primera guía, Bovids of World, personalmente me impresionó mucho, fue todo un éxito. ¿Cómo nace ese proyecto? ¿Por qué bóvidos concretamente como primer trabajo?

 

Siempre he sido un ávido consumidor de guías de campo y libros de naturaleza. Por el año 2013 llegó a mis manos el libro “Ungulate Taxonomy” de Colin Groves y Peter Grubb (Johns Hopkins University Press, 2011). Era un libro poco atractivo, más de 300 páginas sin una sola imagen. Fue un libro que pasó desapercibido, aunque supuso una revolución taxonómica (no exenta de cierta polémica). Utilizando el concepto filogenético de especie, en lugar del tradicional concepto biológico, se elevó el número de especies de ungulados de unas 250, ¡a más de 400! La familia de los bóvidos era, además, la que más cambios sufrió y es probablemente la más atractiva desde un punto de vista visual. Por aquel entonces, solo el “Handbook of the Mammals of the World, Hoofed Mammals” (Lynx Edicions, 2011) incorporaba esos cambios en forma de ilustraciones. Me pareció una magnífica oportunidad para reflejar estos cambios con fotografías, a modo de guía de campo, y poder demostrar esta extraordinaria diversidad.

Hasta entonces, mis únicas publicaciones se limitaban al mundo de la medicina, así que los comienzos no fueron fáciles. Además, aunque yo había fotografiado muchas especies, estaba a años luz de haber visto o fotografiado todas las “nuevas” especies y de bóvidos. Hay que tener en cuenta además, que hay especies, como la saola o el dibatag, de las que prácticamente no existen fotos. Sin embargo, descubrí un fantástico universo colaborativo, en el que un montón de fotógrafos y naturalistas se mostraron encantados de participar y ceder sus fotografías para este proyecto, aun a sabiendas de que igual no se publicaría nunca. Para cuando pude reunir algo de material (y tenía algo que enseñar), contacté con el zoólogo Brent Huffman, experto en ungulados, y con el biólogo antropólogo Dr. Colin Groves (1942-2017), autor de “Ungulate Taxonomy”. Les mostré una maqueta del libro y ambos se mostraron muy ilusionados con echarme una mano con el proyecto. A la postre, escribieron el prólogo del libro. Una vez completado el proyecto se lo envié a varias editoriales (algunas ni contestaron…). Finalmente, en el año 2016, Princeton University Press publicó “Bovids of the World”, tras tres años de trabajo. Un par de años después, Omega ediciones publicó la edición en español, que yo mismo traduje.

 Bovids of the World, publicado por la editorialPrinceton University Press en 2016

 

Hoy el trabajo digital permite a los dibujantes producir mucho más rápido y el dibujo se ha impuesto en muchas guías y manuales. Sin embargo llegas con estas guías y muestras un estilo personal e inconfundible de láminas con fotografías muy descriptivas. ¿Cómo es el proceso de selección y edición de fotografías?

 

Es indudable que el éxito de una guía de campo de naturaleza radica en sus imágenes. El proceso de identificación de una especie, sea un mamífero, un ave, un insecto o una planta, es un proceso esencialmente visual. Y soy consciente que el éxito de una guía radica, en gran medida, en la calidad de sus láminas.

Es indudable que las guías de naturaleza basadas en ilustraciones son el estándar. En España, además, contamos con excelentes ilustradores de naturaleza (Toni Llobet, Vanesa González, Alex Mascarell, Nacho Sevilla, Mauricio Antón, Blanca Martí, o Jordi Jover, por nombrar solo a algunos). Las técnicas digitales han supuesto, seguramente, una ventaja a la hora de producir ilustraciones más rápidas. Por otro lado, las guías de naturaleza basadas en fotografías son por lo general más sencillas y rápidas de realizar, especialmente ahora que la fotografía y los viajes de naturaleza son muy accesible. Las fotografías en ocasiones demuestran sutilezas o detalles, especialmente en especies crípticas, que pueden escapar al ilustrador o al autor. Pero también es verdad que las fotografías a veces no muestran la especie de manera completa, o tienen un fondo, una luz, una posición o una calidad que dificultan realmente su identificación o comparación. En cualquier caso, hay excelentes ejemplos de ambos tipos de guías de campo.

 


 

Tratando las fotografías para que parezcan ilustraciones tradicionales y permitan comparaciones entre especies o subespecies. En Canids of the World, Princeton University Press, 2018.

 

Cuando empecé a escribir Bovids of the World, intenté juntar lo mejor de los dos mundos. Cuando vas utilizar más de 3 000 imágenes en una guía, emplear ilustraciones se me hacía una tarea imposible y probablemente muy costosa. En mis proyectos intento tratar las fotografías como si se fuesen ilustraciones, eliminando el fondo, mostrando siempre el individuo completo, en una posición estándar neutra, con la misma luz, etc. Esto conlleva un proceso de selección minucioso de cientos de fotografías para cada especie (similar al proceso de documentación que haría un ilustrador), seguido de un trabajo de edición para completar los elementos que no se ven en la fotografía (por ejemplo, las pezuñas), eliminar sombras, etc. En las láminas, intento incluir para cada especie o subespecie diferencias entre sexos (cuando hay dimorfismo sexual), pelajes y morfos de color (si los hay) y juveniles. No exagero si digo que he visto miles y miles de fotografías para cada una de las guías. Es una labor lenta, pero me permite, además de documentar bien las diferencias entre especies/subespecies, contactar e intercambiar información con un motón de naturalistas y fotógrafos de naturaleza de alrededor del mundo. Además hay un proceso de documentación científica para cada especie que incluye no solo la literatura más reciente, sino textos antiguos, donde se describían las especies con un detalle exquisito. Por último, realizo la maquetación del libro, para organizar texto e imágenes de manera que queden en las mismas dos páginas enfrentadas; de esta manera la guía es más fácil de consultar.

 

Luego llega Canids of the World un trabajo en el que no hay tantas especies pero en el que hay un entramado de subespecies, especies crípticas y fases cromáticas distintas que muchas veces no aparecen. ¿Cómo fue el proceso de selección?

 

Los cánidos son una familia de mamíferos bastante singular. Por un lado, contiene especies icónicas, como el lobo gris (amado por unos y odiado por otros), especies abundantes, sin problemas de conservación y tradicionalmente consideradas como alimañas, como el zorro común, o especies absolutamente desconocidas para la mayoría y escasamente fotografiadas, como el zorro de orejas cortas o el perro venadero. Y por supuesto, es la familia incluye al perro, el animal doméstico por excelencia.

Los cánidos son una familia mucho menos diversa que los bóvidos, con una radiación evolutiva muy reciente, que hace que muchas especies se parezcan entre sí y que sigan “descubriéndose” especies crípticas, como el lobo dorado africano, considerado hasta hace poco una subespecie de chacal. Todo esto hace que su taxonomía sea muy compleja. Todavía hay especies en la que los expertos no se ponen de acuerdo, como por ejemplo el lobo rojo norteamericano, considerado por muchos como una especie propia y por otros como un híbrido entre lobo y coyote. O por ejemplo, el dingo australiano, considerado por unos un perro asilvestrado y por otros una especie o subespecie de lobo. Estas decisiones, lejos de quedarse en el plano meramente académico, tienen una tremenda importancia desde el punto de vista de la conservación y de los fondos que se dedican a su protección (los híbridos o las formas domésticas asilvestradas no “merecen” los mismos esfuerzos de conservación que una especie singular).

 

Otra singularidad de los cánidos es la definición de subespecies. A diferencia de los bóvidos, con rangos de distribución relativamente estables, los cánidos tienen una capacidad de dispersión enorme, de cientos de km, incluso atravesando barreras antropogénicas; esto hace que las divisiones subespecíficas sea pocos claras. Además la  descripción de la mayoría de las subespecies de cánidos es muy antigua y se basa, en muchos casos, en diferencias en el pelaje o en especímenes de museos, que más tarde demostraron ser variaciones clinales, sin base genética.

 

Además, los estudios moleculares, base para la taxonomía actual, son complejos de interpretar en esta familia, dada esta radiación evolutiva tan reciente de especies (por ej. el lobo del Himalaya es considerado por algunos autores como una especie en base a estos estudios moleculares, Canis himalayensis, sin embargo, la mayoría siguen considerando que esta diferencia no es suficientemente grande para justificar su consideración específica).

 

Todo este lío taxonómico suponía un reto muy interesante de cara a plasmarlo en una guía. Una vez más, encontré un montón de gente alrededor del mundo encantada de participar y colaborar en el proyecto. Contacté con el Dr. Claudio Sillero-Zubiri, biólogo del departamento de zoología en Oxford, que además prologó el libro. Tras casi tres años de trabajo, Princeton University Press lo publicó en 2018. Hace poco terminé, además, la traducción al español para ediciones Omega y hay una editorial francesa e italiana haciendo las traducciones a sus respectivos idiomas.

 

 

 


Ahora con la guía de los felinos, que tienen un número similar de especies, ¿qué dificultades has

tenido en comparación con tu trabajo anterior?

 

Los felinos son una familia tremendamente carismática y además, una de las más amenazadas. Con los felinos pasó lo contrario que con los Bóvidos. En 2017, el capítulo de felinos de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) publicó una revisión de toda la taxonomía de los felinos, con decisiones muy controvertidas, pero basadas en estudios moleculares bastante sólidos. Por ejemplo, el tigre pasaba de 9 subespecies a solo dos, o el león de 11 a 2, se describían algunas nuevas especies, como la pantera nebulosa de Borneo y Sumatra, o el gato montés chino, y se ponía orden a varias especies de felinos centro y sudamericanos mal caracterizados, como las tigrinas.

 

En este caso, fue la propia editorial Princeton University Press la que me sugirió escribir una guía sobre felinos, con el mismo formato que los libros previos. Ventajas de ser veterano en estas lides…

 

El reto aquí fue obtener fotografías de calidad de algunas especies. Con los felinos grandes no hubo demasiado problema, pero para las especies pequeñas, muchas de ellas nocturnas, con rangos de distribución muy limitados y que viven en hábitats selváticos inaccesibles, encontrar fotografías de calidad fue todo un reto. Por ejemplo, hay especies, como el gato de Borneo (Catopuma badia), que apenas han sido fotografiadas; además, no existen ejemplares en cautividad. De todos modos, una vez más, encontré una red de apasionados colaboradores que fueron de mucha ayuda. En esta ocasión fueron el biólogo alemán, Dr. Alexander Sliwa, y el zoólogo escocés Dr. Andrew Kitchener, autor de la nueva taxonomía de felinos y conservador del Museo de Ciencias Naturales de Escocia, los que me ayudaron y escribieron el prólogo. He de reconocer, que haber escrito las dos guías previas, me facilitaron las cosas a la hora de contactar con gente para este proyecto. El libro saldrá publicado en otoño de 2020, después de unos tres años de trabajo, y creo que le gustará mucho a la gente.

 

Subespecies y variaciones geográficas de Tigre (Panthera tigris), en Felids of the World , Princeton University Press, 2020.

 

Las hienas que también aparecen en este trabajo, con solo 4 especies, son una familia mucho

menos conocida y muy incomprendida. ¿Qué nos falta como sociedad para apreciar a estos

animales?

 

Me pareció interesante incluir a la familia de las hienas en el mismo libro que a los felinos. Por varios motivos. A pesar de que muchos puedan pensar que las hienas están más relacionadas con los cánidos, realmente están filogenéticamente muy emparentadas con los felinos (suborden Feliformia). Por otro lado, es una familia tan pequeña que no dan para una guía completa. Por último, me pareció muy interesante incluir esta familia tan poco apreciada por mucha gente en la misma guía que una familia tan icónica como son los felinos. Las hienas son otro de los muchos ejemplos de animales que tradicionalmente han tenido connotaciones negativas en la población general. Probablemente las películas o su fama de carroñeros hayan contribuido a ello. Sin embargo, es una familia con comportamientos fascinantes, como la organización matriarcal de la hiena manchada, que es un excelente cazador que rivalizan con los leones, mucho menos carroñeras de piensa la gente. O el desconocido lobo de tierra (Proteles cristata) que tiene una dieta insectívora.

 

 

Hemos visto en redes sociales que trabajas en un nuevo proyecto sobre la familia cervidae.

Dejamos los carnívoros y volvemos a los artiodáctilos. ¿Cómo afrontas este nuevo reto?

Por el momento, se trata solo de un proyecto. Tras escribir Bóvidos, mucha gente contactó conmigo para que hiciese lo mismo con la familia Cervidae. Los cérvidos (ciervos, corzos, muntíacos, alces, corzuelas, etc.), junto a los mósquidos (ciervos almizcleros) y tragúlidos (dorcaterios), son tres familias de mamíferos sobre las que se ha escrito relativamente poco. Son probablemente los grandes mamíferos peor estudiados (por ejemplo, en los años 90 se describieron varias especies de muntíacos en el sureste asiático, de los que no existen prácticamente ninguna fotografía). Su taxonomía es muy complicada, y en la mayoría de las especies no está aún resuelta. Además, los pocos estudios genéticos que aparecen, en muchos casos, contradicen la taxonomía convencional. Aunque algunas especies son relativamente frecuentes, otras sin embargo están amenazadas o prácticamente extintas, como el ciervo del padre David o el axis de Bawean. Para este proyecto he contactado con el Dr. Noam Werner, zoólogo y codirector del IUCN SSC Deer Specialist Group. Encontrar literatura y fotografías para algunas especies y subespecies está resultando especialmente complicado. Además, son especies, donde los pelajes invernales y estivales a veces son muy distintos, dimórficas sexualmente y con fases de crecimiento de las astas muy variadas. Tengo tres años por delante.


 

Sabemos que tienes una gran afición al submarinismo, ¿no te tienta realizar una guía de fauna

submarina?

Me encanta la fotografía submarina. De hecho, empecé a bucear hace unos 5 años solo para poder hacer fotografía submarina. En mi opinión, es una de las disciplinas de fotografía de naturaleza más complicadas y a la vez una de las más fascinantes. Además, en muchos casos, el submarinismo te permite visitar lugares en los que además se puede hacer fotografía de naturaleza terrestre. Sin embargo, no soy un experto en fauna marina, y aunque me encantaría, ya existen varias guías de fauna buenísimas. 


 

 

 

 


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