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Entrevista a Bruna Roqué

 


La artista que entrevisto esta semana nació con el pincel y con el telescopio bajo el brazo. Se define como un poco ‘viejoven’ que disfruta igual buceando en la Costa Brava que en Costa Rica o Noruega y nos presenta una miniguía de plumas con Tundra, que de buen seguro, acompañará a muchos en el campo.

 

¿Qué llegó antes tu interés por la ilustración o tu interés por la naturaleza?

Pues la verdad es que en mi caso fueron dos cosas muy presentes en el ambiente en el que crecí. Mis padres, arquitectos los dos, me trasmitieron el interés por el arte: fotografía, pintura, escultura y arquitectura, por supuesto. Era muy común ir a ver exposiciones los fines de semana y que me llevaran con ellos, arte contemporáneo sobretodo. 

Por otro lado a los dos les gusta mucho estar al aire libre, pero fue mi padre quién me introdujo a la identificación de pájaros y árboles. 

Dibujar siempre me gustó pero estudié ciencias, no fue hasta la Universidad que me di cuenta de que existía una profesión que podía juntar las dos cosas.

Al cabo de un año dejé la carrera e ingresé a l’Escola Massana, de arte y diseño, en Barcelona

 

¿Recuerdas tu primer libro de naturaleza? ¿Y tus primeras salidas al campo?

Sí, recuerdo mirar mucho una guía de mamíferos de la editorial Omega que tenemos en casa, no sé cuántos años tendría pero si recuerdo que todavía no sabía leer y solo miraba los dibujos.
Uno de mis primeros recuerdos en el campo es yendo a buscar setas con mi familia.

 

¿Cuál fue la ilustración que viste que te hizo pensar en dedicarte a esto?

Estando en la Universidad coincidí con Carles Puche un día en que él estaba dando un curso. Le abordé un momento que le pillé a solas y a través de él y su trabajo descubrí la ilustración científica. No hubo una obra concreta pero sí recuerdo estar en su estudio por primera vez y sentir que aquello era todo lo que yo quería.

 

¿Qué ilustradores clásicos y modernos te han influenciado más?

La verdad es que si hablamos de ‘clásicos’ se me juntan un poco pintores e ilustradores: Sorolla está en el top 10 junto con Ernst Haeckel, por ejemplo.

Respecto a artistas coetáneos me gusta mucho el rigor de Ian y Richard Lewington, Isik Güner o Chris Rose.
Estos últimos años, y seguramente como consecuencia de mi paso por l’Escola Massana, he descubierto trabajos no tan ‘higiénicos’ que para mí viven al límite entre la ilustración y la pintura, cosa que me resulta muy interesante y estimulante. Por citar a algunos: Deborah Kaspari, Erik Van Ommen, Catherine Hamilton, Jose Antonio Sencianes, Shae Warnick, Michael Warren y Bruce Pearson, entre muchos otros.

 

Hace poco vendiste tu tableta digital para dedicarte por completo a la acuarela. ¿Cómo es trabajar manualmente en la era digital? 

Siempre fui un poco ‘viejoven’ y la tecnología no acaba de ser lo mío. Me gusta lo manual: ir a la tienda de arte a comprar material es un ritual sagrado para mí.
En una época en la que nadie escapa de las pantallas siento que es una suerte y un descanso para la cabeza dedicarle tiempo a algo ‘tangible’. Me resulta más inspirador, más amable y orgánico, si puede decirse así. Aunque cuando se trata de trabajo editorial la parte digital es irrenunciable. Por supuesto todo tiene sus ventajas y sus desventajas; digitalizar un trabajo manual puede resultar un proceso largo y muy frustrante.
Pero hablando como usuaria y consumidora de arte, la verdad, es que no puedo comparar la emoción que me produce observar un original de un autor que me gusta a una impresión de un trabajo digital.

 

  

¿Cómo ha sido el reto de este trabajo con Tundra de editar una guía como esta?

Pues muy bonito, la verdad. Me interesan mucho las plumas y cuando Victor J. Hernández me lo propuso no me lo pensé. Me apetecía mucho y además es un tema con el que me siento muy cómoda. Lo he disfrutado mucho


 

 ¿Cuál ha sido la pluma que te ha costado más y por qué?

Pues la verdad es que no ha habido grandes diferencias. Al principio pensé que tendría problemas con las blancas pero creo que acabé resolviéndolas. Lo he pasado muy bien con las que me suponían un reto: con patrones algo complejos o con colores vibrantes. De todo el proceso lo más tedioso ha sido sin duda digitalizarlas y limpiar los fondos con Photoshop.

¿Con qué trabajo disfrutas más con el más artístico o las guías naturalistas?

 

Pues como suele decirse hay un momento para todo. Me sigue gustando mucho el detalle y el rigor que me cautivó de esta disciplina cuando empecé, pero al mismo tiempo a veces me apetece soltarme un poco y experimentar. Los trabajos más espontáneos y no tan encorsetados son un soplo de aire fresco. Creo que es bueno buscar el equilibrio y saber compensar y sacar lo mejor de los dos estilos

 

Como artista profesional has crecido ya con las redes sociales, en el caso de los fotógrafos es evidente, pero ¿Cómo ha afectado a los ilustradores esta nueva era?

Pues ha sido buenísimo para mí. Respecto a hace 20 años creo que nos ha dado a los artistas de mi generación un atajo muy importante. Las redes sociales permiten conocer la obra de muchísimos artistas de nivel internacional que de otra forma nos habría sido imposible: demostraciones grabadas en vídeo, materiales, técnicas, incluso ver su estudio, su día a día y su método de trabajo. Y más que eso: ha permitido que la comunicación sea posible y rápida, y con eso todo lo que conlleva: recibir feedback de tu trabajo, intercambio de opiniones…todo ello muy valioso para el desarrollo y crecimiento artístico.
Sin duda la presencia en redes hoy en día es imprescindible.
Por otro lado, y como todo, hay que saber utilizarlas porque también pueden generar frustración y empache de información.

Por último, ¿Cuáles son tus proyectos próximos, viajes…?
He vuelto a Barcelona hace pocas semanas, todavía estoy digiriendo 5 meses en las islas Lofoten, que no es poco.
Viajar es una de mis mayores fuentes de inspiración y se ha convertido en una necesidad para mí. Estos últimos tres años he tenido la oportunidad de visitar Costa Rica, Marruecos, Noruega, Escocia, Kyrgyzstan, Islandia y por supuesto varios sitios en España; todos ellos me han brindado experiencias muy intensas. Reconozco que me he vuelto un poco adicta a la novedad, a ésa emoción de experimentar por primera vez.
Que por otro lado es algo que también he podido encontrar en Barcelona: mediante el buceo. Insisto en que, aunque pueda parecer lo contrario, no necesito irme lejos: solo cambiar de escenario.
De los meses que he pasado en el círculo polar han surgido algunas ideas que necesitan ir madurando. Tengo mucho material y definitivamente me gustaría emprender algún proyecto a modo recopilatorio, pero sigo dándole vueltas.
Mientras, motivada por mi experiencia con el trabajo para Tundra, he abierto una cuenta de Instagram: @feathersoftheworld con la intención de que sea un espacio en el que pueda seguir explorando el mundo de las plumas, de momento, por placer.

 

 

 
 

Entrevista de Jaume Martín



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