Me ha ocurrido en comidas familiares, en cenas con mis mejores amigos. No es algo que me afecte a nivel personal, porque me ha ocurrido durante toda la vida, desde que tengo memoria, en el colegio, hasta con profesores. Y he tardado en darme cuenta, de que también, tristemente sucede en televisión. Como le ocurrió a Ángel Febrero, en el programa Got Talent el pasado año. Este naturalista fue ninguneado por Risto Mejide, tras adivinar nombres de aves por su canto. Ya durante la presentación del concursante como fondo se podía escuchar la música de la serie Heidi y poco después música country mezclado con sonidos de gallinas. Después, el presentador Santi Millán dijo:
-Él tiene que reconocer sonidos de fauna autóctona
-¿Autóctona de dónde?—Respondió Risto. Hay que reconocer la valentía de este frente al ridículo, pues mantuvo su mirada irónica y gesto de superioridad mientras queda como un ignorante frente al propio diccionario.
Tras la actuación Risto concluyó: "Estoy seguro de que tienes una habilidad, no estoy seguro de que tengas talento". Si alguien ha visto alguna vez el trabajo de Ángel Febrero, como ilustrador entre otras muchas funciones que desempeña, de lo que no tiene dudas es del gran talento que posee.
El programa parecía más preocupado por mofarse de nombres como "chochín" que de dar valor alguno a las aves. Existe un gran desprecio, no ya por la naturaleza, sinó por su conocimiento y también hacia las personas que ocasionalmente transmiten, parte de ese saber. La sociedad otorga hoy en día, mucho más valor al conocimiento de la física, las matemáticas y a la historia y la literatura que a la biología y sus diferentes ramas. Cualquier niño aprende antes en el colegio a hacer complejas ecuaciones o a medir la métrica de un verso, que sobre la fauna que le rodea, no ya en su propio país, si no en el mismo recreo o parque. No ayudan por supuesto, programas televisivos sobre animales, donde el protagonista es un humano, manipulando constantemente animales y tentando su suerte forzando situaciones peligrosas en pos de la audiencia. Hace un tiempo me encontré con unos amigos que hacía mucho tiempo que no veía por las lindes de un espacio protegido:
-¿Qué haces por aquí?
-Pues estoy buscando unas aves que llevaba viendo varios días y que son raras por aquí.
-Este Jaume, no cambia...
Por supuesto que no cambio. A fin de cuentas esas personas tampoco, tan solo iban a la playa como hacían siempre en esa época del año.
Estoy seguro de que más de un naturalista ha escuchado en su familia cosas como, "siempre está con los animalitos" "le gustan mucho los bichos". Si utilizamos diminutivos o utilizamos tonos despectivos para referirnos a las aficiones y profesiones de los demás, es porque nos parece poco útil o sencillo. Podemos probarlo con cualquier persona o profesión. A Fernando Alonso le gustan los cochecitos, Messi siempre está con las pelotitas y el farmacéutico siempre está con sus pastillitas. Entre chascarrillos, en la misma comida familiar degustando un filete el mismo ignorante, olvida la necesidad de un veterinario en la cadena de producción para garantizar que sea consumible, y muchos ignoran que pandemias como las que vivimos, como por ejemplo el ébola o la gripe aviar podrían solucionarse si hiciéramos caso a los primatólogos y ornitólogos respectivamente. No deja de ser la versión adulta de reírse del "empollón"del colegio, o lo que es lo mismo, reírse de lo que uno no sabe. No es más que la risa de la ignorancia. Yo mientras tanto, no cambio.
Jaume Martín.
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