Hola a tod@s!
Tenía ganas de empezar este blog, aunque no esperaba empezarlo comentando algo tan triste, como lo ha sido la noticia de la muerte de Cecil, ese majestuoso león macho al que, según dicen los que investigan el caso, un cazador, perdón, asesino estadounidense de nombre Walter James Palmer ha dejado sin piel ni cabeza.
La verdad es que con esa finalidad, que no es otra que la de convertirse en mero objeto de siniestra decoración, mueren muchos leones y no olvidemos que España es país líder en importación de leones cazados en la UE (El País 20-2-2015). De hecho Palmer tiene un agente de caza en España, así que ha disfrutado matando animales aquí.
Si alguien más está interesado en sentirse un "héroe" puede consultar precios aquí:
http://www.iberoafricanhunts.com/precios-de-safaris-en-africa.asp
Es como el catálogo de playmobil que miraba yo de crío pero para ricos. Es decir mucho más caro y sin escrúpulos.
De hecho dicen que a Cecil lo han matado a cambio de 50.000 dólares. ¡No veas!¡Cómo está la cosa! algunos han de trabajar 5 años para llegar a esa cifra y otros se lo gastan en cargarse el símbolo del continente africano y no olvidemos que la población de leones está en sus horas más bajas, de hecho se sabe que su área de distribución actual se ha reducido en un 75% de la que ocupaba a principios y mediados del siglo XX y la especie está catalogada como Vulnerable en la IUCN Red List. Y se les caza más que nunca así que eso de que la caza es la solución a la conservación de la especie... no cuela. Comentando estos tristes hechos con mi compañera, que es veterinaria y experta en felinos y primates me hizo pensar en algo en lo que no había caído. Y es que Cecil tenía 13 años y joder, eso para un león es un mérito increíble. Matizo, para un león macho, que viva en estado salvaje ,es un mérito de la hostia puesto que la esperanza de vida en los machos de esta especie es bastante menor que en la de las hembras debido a la alta competitividad intraespecífica.
Los afortunados que por suerte hemos estado África alguna vez sabemos que hay un antes y un después en nuestras vidas después de ese viaje. Nunca olvidaré la primera vez que vi un león en África, ni el olor de aquella mañana, ni lo pequeño que me sentí ante dos machos adultos de 200kg que patrullaban su territorio en esa África inmortal, como antaño hicieron sus ascendientes, en el resto de África pero también, Europa, Persia, Siberia e incluso en Alaska. Casi a diario me pregunto, si esa pareja de machos, habrá luchado un día más, si habrán colaborado con las hembras esa noche en la caza de grandes presas como el búfalo, o si habrán arrebatado la una pieza directamente de los colmillos de un par de decenas de hienas. ¿Y si habrán robado ganado a los Maasai vecinos y habrán sufrido por ello la represalia de sus lanzas?.
Sin lugar a dudas la vida de un león macho es mucho más emocionante que la del hombre occidental, que quizá por ello debe disfrazar su cobardía en el salón de su casa, con la piel o la cabeza de un gran felino, al que apenas contempló unos minutos en su verdadera esencia al igual que miles de viajeros. Esa cabeza que pasa a ser una pieza inanimada más, material e inánime, tan siniestra como toda la taxidermia que todavía participa decorativamente de forma ya cutre en algunos bares de España. Jamás unos ojos de cristal puestos por el mejor taxidermista ni tan siquiera recordarán a la fuerte mirada que tuvo aquel animal mientras vivía.
Cuentan los libros de los antiguos cazadores blancos, que la caza de noche es considerada antideportiva, puesto que las luces de los cazadores desconciertan a la pieza, dejándola demasiado a merced del tirador y sobre todo porque dificulta el cobro y el acabar con el sufrimiento del animal herido. Precisamente eso es lo que ocurrió con este león. Murió desangrándose durante dos largos días hasta que un último disparo acabo finalmente con su agonía.
Me gustaría que el cazador Walter, valiente, que abatió a este león (acostumbrado a los coches y a los turistas) hiciera lo mismo que Cecil debió hacer tantas veces. Enfrentarse cara a cara con sus congéneres, con los miles de ciudadanos de todo el globo que se han manifestado en contra de sus actos. Sin utilizar las garras ni los colmillos, en cambio el mejor recurso que quizá nos dio la evolución: el diálogo y nos cuente a todos sencillamente eso que no he dejado de preguntarme desde que leí la noticia:
¿Por qué, sr. Walter usted tiene esa afición? ¿siente complejo de inferioridad pese a su abultada cuenta corriente? ¿tiene usted
Y no señor Palmer, siento decirle que Cecil no era ni más ni menos importante que los rinocerontes, leopardos, ni demás animales, con vida propia, emociones y capacidad para sentir el dolor de una flecha clavada en el tórax al igual que usted y que yo, a los que usted ha convertido en piezas de salón. Simplemente Cecil era conocido, puesto que era un sujeto de estudio por una universidad europea muy importante, y era el emblema del Parque Nacional donde vivía. Usted por esta vez ha apretado el gatillo contra si mismo. Y su sonrisa, emblema propagandístico de su importante clínica odontológica se ha convertido, tal vez, en la más odiada del Mundo.
Be bonobo my friend.
Jaume Martín Gomez
Enlaces de interés:
Sobre el estado de conservación del león.
http://www.iucnredlist.org/details/15951/0
Opinión de Mauricio Anton, experto en grandes felinos sobre la muerte de Cecil y la caza de grandes carnívoros.
http://lobomarley.org/caos-sin-fronteras-la-caza-de-grandes-carnivoros/
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